FOR THE SAKE OF A CLICK

16/4/07

Cuentos de Rabea

18 AÑOS DESPUÉS
Ayer, diez de noviembre, volví a Ben Sergao. Allá donde nací.

La panadería que se encontraba en el itinerario hace dieciocho años continua ahí.
Solamente me parece un poco más moderna.

Cientos de imágenes vuelven a mi cabeza: es aquí; allí, detrás de esa panadería,
hay un solar, que se debe atravesar, después a la derecha, la boutique de bouferane, y justo después,
a la izquierda la callejuela, nuestra callejuela, allá donde abuela vivía y donde la ví por última vez.

Nos paramos, bajamos del coche. El solar sigue ahí, avanzamos, nos adentramos,
pero mis referencias, mis recuerdos, me hacen falta. No sé por dónde dirigirme.
Veo las callejuelas, los colores, las imágenes, los niños que juegan, otros que corren.
Una mujer sale de una callejuela, un niño sobre su espalda. Ella es muy bella, es joven.
Tengo un "flash back" al pasado:
mi madre habría debido subir y bajar esta misma calle centenares de veces.

Continúo mirando fijamente a esa mujer, que debe preguntarse por qué la miro con insistencia.
Yo habría podido ser una de esas mujeres si otro destino se hubiera volcado sobre mi;
un destino ni mejor ni peor,sólo diferente.

Reconozco los aromas, el olor de Ben Sergao, sin poder decir si me hace sentir bien o mal.
Pero, para mí, ese olor me tranquilizaba, porque lo conocía bien, me envolvía y me atraía:
el aroma de mi infancia, como los aromas del seno de una madre.

Giro a la izquierda, sin saber como explicar que todas esas caras que veo me resultan
familiares. Las paredes, forzosamente diferentes, me son familiares también,
así como los tenderetes con verduras.
La luz que baña las estrechas calles me transciende.
Es magnífico, estamos a Viernes Santo y Ben Sergao
se envuelve en la llamada a la oración.

No sé si debo subir o bajar las calles, busco furtivamente la mirada de un niño al que pudiera preguntar;
veo uno que juega cerca de una tienda de comestibles.
Lo llamo y le hablo en berberisco; se queda sorprendido.
Mi aspecto de turista contrasta con mi berberisco. Le pido que me indique
dónde está la boutique de Bouferane. El me dice que no lo sabe.
El señor de la tienda de enfrente me había entendido y sabe que vengo de lejos.
Él me indica el camino (en bererisco).

Contenta, me dirigo al corazón de la medina; de pronto veo todos cerca de mí,
los críos con ojos llenos de estrellas que me lanzan grandes sonrisas,
les pido que me muestren el camino y, al fin, entiendo su vocecita.
Él me dice que sí.

Avanzamos;
no se si reconozco el lugar pero me parece familiar y adoro el sitio donde me encuentro,
adoro a la gente...

Llegamos al frente de la boutique (no la reconozco).
Pregunto a continuación por Bouferane y me indican una boutique a algunos pasos detrás de mí.

Vamos, y veo un hombre joven, que discute con aquel que atiende la boutique. Está vestido todo de blanco, es guapo, tiene ojos claros. Recuerdo que Bouferane y sus hijos tenían unos ojos increibles.

"Mí" muchacho lo apunta con el dedo furtivamente. Me aproximo a él. Está molesto y muy sorprendido. Le explico, pero no tiene el aire de comprender. Explico que estoy ahí porque deseo mostrarle a mi hermano la casa donde abuela murió. Le explico que yo nací allí.

Me piden que espere diez minutos, Bouferane no debería tardar, él está en la mezquita, en la oración del Viernes.
Veo venir rapidamente la animación en el barrio.

Espero. El tiempo me parece eterno, y, al fin, veo el rostro de Bouferane y le reconozco.Él no parece hacerlo (con razón). Me aproximo y me mira con atención. Explico, con mis palabras, mi berberisco, que él conoció a mi abuela...silencio...(20 años es mucho tiempo)

Al fin se acuerda después de algunos minutos. Le digo que he vuelto para saludar y que me gustaría que me indicase el camino a la casa de mi abuela, allí donde yo nací y donde ella pasó sus últimos días. Tengo un nudo en la garganta, una emoción inmensa me embarga en ese momento y las lágrimas corren por mi rostro.
Estoy contrariada: por mis lágrimas, por estar ahí, por la perturbación (y de mi ausencia todos estos años)

Bouferane está conmovido también. Él le indica el camino a un viejo señor que se presta a hacer de guía para nosotros. Lo agradezco y pido perdón mil veces, por las molestias, por mi berberisco,..y me alejo.

El hombre mayor va lejos delante de nosotros, va rápido. Aprieto el paso.

Me hundo en un laberinto de callejuelas, veo una puerta azul, una calle que me suena, me doy la vuelta, mi hermano siente lo mismo que yo. Pero extrañamente el hombre continúatodo recto. Después de algunos metros, él duda y finalmente volvemos sobre nuestros pasos, allí donde mi corazón había presentido una viva emoción resurgiendo de un pasado lejano.

Y, aquí estoy, en la callejuela, delante de la puerta baja de nuestra casa...aquí...mi hermano y yo nos miramos...nos quedamos durante un minutos delante de la puerta,después tomo una foto y nos vamos...

demasiadas emociones, pero un alivio, una satisfacción de haber estado en el lugar de mi infancia.
Me marcho con las ganas ya de volver a estas calles, incluso sabiendo que el lugar hoy día
no es muy frecuentado.

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